Ahora que el movimiento de los Indignados poco a poco se ha convertido en un fenómeno global, no faltan los turistas que buscan experiencias diferentes para sus vacaciones. Puede que suene un tanto pedante, pero el turismo de la pobreza, turismo social o opoorism como algunos lo llaman, es una actividad que muchos lo toman en serio.
Por ejemplo en Brasil, el entonces presidente Lula Da Silva impulsó el turismo a las favelas a ritmo de samba. De hecho, cerca de los barrios pobres de Rio de Janeiro se puede encontrar hoteles para los interesados. Tours organizados para ver de cerca la miseria del tercer mundo bajo el pretexto de tomar contacto con la realidad social de estas poblaciones.
Este acto de voyerismo puede verse ahora en los campamentos de los indignados en ciudades como Nueva York, Miami o Chicago, en donde se mezcla curiosos y activistas en un solo lugar.
Un par de videos, un fin de semana al ritmo del hip hop, una actitud solidaria, pancartas y lograr ser entrevistado por un reportero es una combinación distinta para el álbum de los recuerdos.
En el caso de que estés pensando un fin de semana de este nuevo turismo social, toma las mismas precauciones que hacen los campistas para que la acampada de protesta no termine en algo sórdido e incómodo en este paisaje urbano, un tanto antinatural para esta actividad.
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